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En Colombia las guerrillas del ELN, FARC-EP, los paramilitares y narcotraficantes son los principales entes en ocasionar el desplazamiento de población campesina, indígena y afro-colombiana. La década de los 90s fue la más azotada por la guerra en el país, generando desplazamientos masivos. Este éxodo que viven los grupos étnicos y campesinos de Colombia los obliga a desplazarse a Bogotá, buscando ayudas de organizaciones del Estado, las cuales son mínimas. El desespero los lleva a tomarse entes oficiales para ejercer presión sobre estos organismos, sobre los medios de comunicación y sobre la población civil en general. Durante tres años viven hacinados en el edificio de la Cruz Roja Internacional ubicado en la Zona Rosa de Bogotá, entre casas familiares de estrato alto, almacenes, centros comerciales y bares con una gran vida nocturna, lo que pone en riesgo a los niños de estar expuestos a drogas y alcoholismo. En este tiempo establecemos una gran amistad y compartimos momentos vitales con ellos, testimoniando su lucha, su resistencia – acudiendo a cualquier hecho para que el país se de cuenta de su sufrimiento – como crucificarse o coserse la boca para adelantar diálogos interminables con la Red de Solidaridad, con el fin de buscar una vida más digna en la ciudad, ya que por la agudización de la guerra muy pocos pueden regresar a sus territorios y ven incierto el futuro de sus niños. En las noches en una cama mucho más pequeña, incómoda y fría que la del campo, sueñan con retornar y ver sus animales, sus plantas y sus compañeros en un terreno de fútbol libre de minas y una escuela sin agujeros de balas.