Comparto estas palabras como parte de mis ríos heridos, de aquellos caudales que por años me sonaron espectrales. Hoy su sonido se trona en otra presencia. Una nueva manera de habitarme. Awkan epupillan mew, más que una guerra es una divergencia, porque entre dos espíritus me encuentro, abatiéndome con el ser que soy, para arrojarme a nuevos torrentes donde renacer. Son mis ríos heridos los que chorrean historias de violencia y silencio. Fewla inche Antonio Calibán atrileo Araya pingen, y digo fewla (ahora) porque han pasado muchos años de levantarme con este nombre, de construirme como che, no obstante, nací wentru y con ello se me enseñó el deber ser de aquello. Escribo este libro para compartir estas experiencias, intuiciones, anhelos, dolores, errores, fracasos, luchas y resistencias; pero por sobre todo: violencias, en sus múltiples dimensiones, todas que en algún punto me tocan. Pido disculpas, porque al nacer hombre soy portador de violencias históricas que no es posible desconocer, más en la contingencia de una cuarta ola feminista que nos interpela y arroja múltiples preguntas. Es tiempo de revisarnos y ver cuánto portamos del patriarcado y así, desde esos saberes, arrojarnos a un proceso de hacer tangible en nosotrxs una práctica de descolonización que nunca acaba. Porque no hay hombre que no haya sido alguna vez violento.